Siempre concebí el subsuelo como un lugar cómodo, tranquilo, donde poder estar sin que nadie te vea mientras que tú ves a todos los demás. Otros prefieren observar por encima del nivel del suelo, dicen: ¿Acaso no es mejor mirarlo todo desde arriba? ¿No te ofrece ello un mejor punto de vista, más amplio, con más poder de decisión? Supongo que todo depende de la intención que se tenga.
Desde arriba el placer del cuestionamiento no es tal, puesto que predomina el "dar por hecho". No se hacen tantas preguntas. Digamos que al mirar en picado la curiosidad se precipita al vacío como un niño por un tobogán, nos permite juzgar antes, durante y después de entender, pero sobretodo antes. En cuanto a mí, la vista que ofrece el subsuelo me es humilde pero curiosa. Más que ver, se observa. Más que preguntarse por los "qués" se cuestionan los "cómos". Te sitúa en una posición de desconocimiento positivo que encuentra placer en el dolor de cuello que provoca mirar hacia arriba.
Fiodor M. Dostoievski se ganó un sitio en mi estantería. En 1864 publicó Memorias del subsuelo. En ella un ser anónimo nos deleita con sus pensamientos en forma de monólogo. Entre otras cuestiones, nos habla de las humillaciones a las que se ve sometido, muchas de ellas por él mismo. Pero lo que yo destaco es lo que le ha dado nombre a este blog. Es el punto de vista único y singular de nuestro anónimo. Reflexiona sobre todo y en realidad sobre nada. Se dirige a todos y en realidad a nadie. Pretendo así, no intentar cumplir las expectativas de cualquiera que intente hallar respuestas y reflexiones comunes y correctas a diferentes proyectos del ámbito cultural, sino mi único y singular punto de vista. Como nuestro anónimo del subsuelo, me dirigiré a un público que seguramente ni si quiera exista. Sin embargo, las mejores reflexiones son aquellas que no van dirigidas a nadie, puesto que cualquiera puede hacerlas suyas.