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El texto de
Kafka (1914) “En la colonia penitenciaria” narra la historia de una colonia en
la que está a punto de ejecutarse la pena de muerte a un condenado, cuya razón
de tal destino es la desobediencia en una acción previa. El mismo día de la
ejecución se presenta un explorador/viajero que, guiado por el oficial al mando
de la práctica de la condena, es informado muy detalladamente acerca de los
mecanismos que sigue la máquina encargada de acabar con la vida del condenado.
El relato se
desarrolla a través de un narrador omnisciente que conoce las acciones y
pensamientos de cada uno de los personajes, las cuales cuenta a través del uso
de la 3ª persona y un constante uso de los diálogos. Es un texto narrativo casi
tradicional, con un argumento y unos personajes que lo sostienen, sin embargo,
Kafka no sigue una estructura convencional de planteamiento nudo y desenlace.
Más bien, parece que el texto comienza directamente por el nudo como si fuera
un extracto determinado de toda una historia, de hecho, en el mismo comienzo ya
se aborda el elemento central de la narración que es la máquina (“-Es un aparato singular-dijo el oficial al
explorador, y contempló con cierta admiración el aparato.”), de manera que
la historia sigue una temporalidad lineal sin saltos en el tiempo o en el
espacio, sin dilataciones ni compresiones, simplemente una exposición de los
hechos que parece en tiempo real.
Una de las
principales características de la narración es el tono marcadamente objetivo y
frío, tanto de los personajes como del narrador, con una exposición mecánica de
los hechos, donde hay poco espacio para las exclamaciones o una excesiva
expresividad y donde la mayor parte de las descripciones van a parar a la
construcción de la imagen del aparato. Éste constituye el centro del relato
alrededor del cual el oficial, el explorador, el soldado y el condenado se
ordenan a lo largo del tiempo. Prácticamente toda la historia es un dibujo de
la máquina que Kafka elabora con sumo detalle explicando con minuciosidad el
funcionamiento y partes de ésta en boca del oficial que siente profunda pasión
y debilidad por ella. Éste último emplea su tiempo en intentar despertar en el
explorador la admiración que él mismo siente hacia el objeto. A pesar de que la
complejidad no es tal, el oficial emplea un considerable tramo de tiempo en
narrar los detalles. Estos son relatados de manera fría y poco expresiva,
sumamente detallada:
“Aquí, sobre la Cama, se coloca al
condenado. Primero le describiré el aparato, y después lo pondré en movimiento.
Así podrá entenderlo mejor. Además, uno de los engranajes del Diseñador está
muy gastado; chirría mucho cuando funciona, y apenas se entiende lo que uno
habla; por desgracia, aquí es muy difícil conseguir piezas de repuesto. Bueno,
ésta es la Cama, como decíamos. Está totalmente cubierta con una capa de
algodón en rama; pronto sabrá usted por qué. Sobre este algodón se coloca al
condenado, boca abajo, naturalmente desnudo; aquí hay correas para sujetarle
las manos, aquí para los pies, y aquí para el cuello. Aquí, en la cabecera de
la Cama (donde el individuo, como ya le dije, es colocado primeramente boca
abajo), esta pequeña mordaza de fieltro, que puede ser fácilmente regulada de
modo que entre directamente en la boca del hombre, tiene la finalidad de
impedir que grite o se muerda la lengua. Naturalmente, el hombre no puede
alejar la boca del fieltro, porque la correa del cuello le quebraría las
vértebras.”
De este modo se
interpreta la figura del aparato como una estructura de poder y castigo que es
utilizada por aquellos individuos con una mayor posición política y social, en
este caso el oficial, contra aquellos de menor poder (el condenado).
En cuanto a
estos personajes, su descripción es ciertamente superficial, el narrador no los
describe como tal sino que su psicología se va dibujando a través de sus actos
y palabras. Esta técnica de narración fría y mecánica marca también las
personalidades de los personajes que adquieren un tono deshumanizado,
herramienta que es utilizada por Kafka en varias de sus narraciones acercándose
en este sentido al existencialismo, siendo objeto de admiración y análisis para
autores posteriores como Sartre. El oficial que no puede ni pretende esconder
su pasión y lealtad al aparato y las posibilidades que este ofrece, realiza
continuas referencias a un antiguo comandante: “Lástima que usted no haya conocido a nuestro antiguo comandante” “Este
procedimiento judicial (…) no goza actualmente en nuestra colonia de ningún
abierto partidario (…). Soy el único sostenedor de la tradición del antiguo
comandante (…) y necesito emplear todas mis fuerzas para mantenerlo tal como es
actualmente.” Una posible lectura es la que hace referencia aquí al intento
de mantener a toda costa los valores tradicionales existentes con una anterior
figura de poder en un Estado que suponía además un modelo a seguir, y que es
más característica de sistemas absolutos. La permanencia de un antiguo régimen
que se ve amenazado por la entrada de nuevos pensamientos, de nuevas ideas y de
una nueva época, que vendría representada por el nuevo comandante a quien
también hace alusiones: “En otros tiempos
correspondía al comandante dar las explicaciones, pero el nuevo comandante
rehúye ese honroso deber” “El nuevo ha demostrado cierto deseo de inmiscuirse
en mis juicios”.
Mediante
lamentos nostálgicos como “La máquina se
basta a sí misma aunque se encuentra muy solitaria en este valle” se
entiende que asistimos a una transición en la que las viejas glorias se van
descomponiendo en pedazos por la falta de apoyos de la nueva época, los cuales
solo provienen de fuentes muy aisladas como el oficial. En cuanto al
explorador, viajero, o extranjero como es referido en varias ocasiones a lo
largo del relato, es un observador de los hechos y se muestra indiferente con
respecto al condenado pues sólo atiende a las demandas de atención del oficial.
Es ajeno e impasible. Esto se contrapone a la actitud que suscitaba el aparato
a los ciudadanos en la época del antiguo comandante: “¡Qué diferencia era en otros tiempos la ejecución! (…) todos venían
sólo para ver (…) Era imposible satisfacer todos los pedidos para contemplarla
de cerca.” Se destaca en este caso la indiferencia y desconsideración de
algunos humanos con respecto a otros, esa deshumanización a la que Kafka
contribuye con un aire de normalidad y tranquilidad desacorde con el tema en
cuestión (la pena de muerte) recurrente en otras obras como “La metamorfosis”
en la que es precisamente esta cotidianeidad con la que trata el tema la
principal la causante del horror. Esta indiferencia que muestra el explorador
en los comienzos de la historia encuentra su razón de ser en el origen del
viajero pues este no pertenece a la colonia. Su actitud es de distanciamiento,
al reconocerse como extranjero se aleja de los problemas que esta presenciando,
de la ejecución: “Hay que reflexionar un
poco antes de intervenir decisivamente en los asuntos de los demás. Si
pretendía emitir juicios sobre la ejecución podían decirle: “eres un extranjero
no te metas”. El condenado era para él un desconocido, no era compatriota
suyo”. Se repite así esa intención por remarcar el egoísmo y la
indiferencia de unos seres humanos con respecto a otros, aunque la actitud del
explorador va tomando forma según avanza la narración.
El condenado es
representado como alguien sumiso, casi como un perro “De boca grande y aspecto estúpido, de cabello y rostros descuidados
(…) tenía un aspecto tan caninamente sumiso, que al parecer hubieran podido
permitirle correr en libertad para llamarlo con un simple silbido cuando
llegara el momento de la ejecución” De nuevo se deshumaniza al personaje.
Es etiquetado con un rol de inferioridad.
No entiende el
idioma que hablan el oficial y el explorador, éste no está a su alcance, por lo que cuando presencia sus
conversaciones se limita a observarles con curiosidad y en ciertas ocasiones
incluso sonríe, ignorante. Éste además no ha tenido oportunidad alguna de
defenderse y ni siquiera conoce su sentencia. Sin embargo también adquiere
cierto tono de pasividad y en cierto modo conformidad y quietud. Se podría
pensar de este modo que los grandes poderes y figuras de la sociedad y el
Estado denigran y condenan a aquellos en una posición de inferioridad y estos,
se limitan a observar cómo son destruidos sin el menor intento por cambiar esa
situación mediante cualquier tipo de manifestación a favor de sus derechos.
Otro de los
elementos más llamativos es el método de la condena, en definitiva, las partes
del aparato, que consta de: La Cama, la Rastra y el Diseñador, a los cuales se
pueden atribuir diferentes sentidos. La Cama es descrita por el narrador como:
“Está totalmente cubierta con una capa de
algodón en rama; (…) Sobre este algodón se coloca al condenado, boca abajo,
naturalmente desnudo; aquí hay correas para sujetarle las manos, aquí para los
pies, y aquí para el cuello. Aquí, en la cabecera de la Cama, esta pequeña
mordaza de fieltro, que puede ser fácilmente regulada de modo que entre
directamente en la boca del hombre, tiene la finalidad de impedir que grite o
se muerda la lengua. Naturalmente, el hombre no puede alejar la boca del
fieltro, porque la correa del cuello le quebraría las vértebras.”
Se puede entender
entonces esta parte de la cama como una herramienta por parte del poder
dominante para callar al pueblo en sus manifestaciones al igual que al
condenado con la mordaza, de manera que si el pueblo opone resistencia a esta
represión no encontrará más que la muerte al igual que el condenado si intenta
alejar la boca del fieltro. El Diseñador
hace funcionar a la Rastra (que está compuesta por agujas que escriben
sobre el cuerpo del condenado) “En el
Diseñador está el engranaje que pone en movimiento la Rastra; dicho engranaje
es regulado de acuerdo a la inscripción que corresponde a la sentencia”. De
este modo el Diseñador sería algo asó como el ente supremo que controla el modo
en el que es ejercido el poder y la condena y hacia quién.
Por último está
la Rastra: “La verdadera ejecución de la
sentencia le corresponde a la Rastra. (…) Consiste en escribir sobre el cuerpo
del condenado la disposición que él mismo ha violado.” En este caso, las
palabras que figurarán en el cuerpo del condenado serán: “Honra a tus
superiores”. Esta parte de la máquina sería el aparato encargado de ejecutar la
condena siguiendo la disposición del Diseñador y gracias a que la Cama facilita
la contención del condenado.
La condena
entonces se produce por una desobediencia que de nuevo enfatiza las jerarquías.
Sin embargo lo que llama la atención de la Rastra es que su escritura no es
legible para nadie excepto para el oficial y el ya fallecido antiguo comandante: “El explorador (…) sólo vio líneas que se
entrecruzaban repetida y laberínticamente. –Lea-dijo el oficial. –No puedo-dijo
el explorador-Es muy ingenioso pero no puedo descifrarlo” “Naturalmente no
puede ser una inscripción simple (…) No es fácil descifrar la inscripción con
los ojos, sin embargo nuestro hombre la descifra con sus heridas”. Se puede
decir aquí que se hace referencia a que el motivo de la culpa se halla oculto,
tan sólo accesible a los creadores de las leyes que han desembocado en esta
tipo de condenas, sólo accesible a los que se empeñan en mantener lo pilares de
este régimen que cuenta ya con muy pocos seguidores. El explorador no entiende
la caligrafía posiblemente porque la desaprueba, porque las razones por las que
se va a realizar la ejecución sn incomprensibles para otros. Se ensalza la
arbitrariedad y la improcedencia así como el sinsentido en el ejercicio del
poder. Entonces el pueblo (el condenado) desaprueba y no comprende las razones
por las que son juzgados y castigados pues estas se basan en unas estructuras
injustificadas, sin embargo, las entienda o no va a experimentarlas en sus
propias carnes igual que el condenado será marcado en su cuerpo con su
sentencia.
Al final, el
oficial que teme un derrumbamiento del aparato intenta convencer al explorador
de que adopte su postura y luche en contra del nuevo comandante. El Estado
busca cómplices fuera de las fronteras de su
nación e intenta persuadir a otras potencias de que su política es la
correcta, tratando de buscar ayuda para desacreditar a una nueva ola de
pensamientos y en definitiva, de cambio: “Y
ahora elevo ante usted esta súplica: Ayúdeme contra el comandante (…) ¿No sería
de todos modos necesario tratar de utilizar toda clase de recursos con tal de
conservar el antiguo procedimiento?”
Como se ha
dicho, el explorador se muestra indiferente en el comienzo de la explicación,
sin embargo, poco a poco comienza a formarse un juicio propio que se aleja de
las convicciones del régimen que defiende el oficial. Así, cuando éste acepta
por fin la actitud del explorador y es consciente de que posiblemente nadie
pueda comprender jamás la caligrafía del aparato ni tampoco su fin pues los que
lo hacían (como el antiguo comandante) ya no están, decide someterse al aparato
liberando previamente al condenado:
“Así que
el procedimiento no lo convence (…) Entonces llegó el momento. –Lea esto-dijo
el oficial. –Ya le dije que no puedo leer esos planos-. Entonces el oficial
leyó la inscripción: -“Sé justo”. (…) Mientras tanto el oficial se dirigió
hacia la máquina (…) Apenas se cerraron las correas la máquina comenzó a
funcionar.”
En definitiva la
máquina comienza a desmoronarse mientras intenta escribir en el cuerpo del
oficial la frase “sé justo”. La falta de apoyo del exterior al régimen que se
intenta mantener y que carece ya de apoyos es decisiva de manera que esas
estructuras de poder ya no pueden mantenerse por más tiempo y se desmoronan. El
oficial, orgulloso hasta el último momento, decide someterse a la propia
justicia que él mismo defiende. Sin embargo el aparato no es capaz de escribir
finalmente este mensaje, quizás porque es una contradicción a su propia
naturaleza. Es posible que de este modo, se ponga en duda la propia legitimidad
del aparato que, en cualquier caso, acaba muriendo con su último defensor.
Cuando el explorador observa la cara del cadáver hace hincapié en que
permanecía con el mismo gesto inmóvil que cuando estaba vivo “Era como había sido en vida (…) tenía los
labios apretados, los ojos abiertos, con la misma expresión de siempre, la
mirada tranquila y convencida”. En definitiva, el castigo y la ejecución no
habían conseguido cambiar la actitud del condenado (en este caso el oficial)
por lo que se puede suponer que se pone en tela de juicio la validez del
aparato de ejercicio de poder pues, si supuestamente se utiliza para cambiar la
actitud y, en este caso la actitud permaneció en el individuo pese a estar a
punto de morir, quizás el aparato, la forma de ejercicio de poder, era
defectuoso.
Mientras esto
sucede el condenado ocupa el papel que ostentaba el oficial cuando sus
posiciones eran inversas “Pero el
condenado advirtió las correas sueltas; como según su opinión la ejecución era incompleta
si no se sujetaban las correas, hizo un gesto ansioso al soldado, y ambos se
acercaron para atar al oficial”. Se
pone en evidencia la actitud negativa y cínica del ser humano pues demuestra
que el condenado es sumiso y dócil pues la naturaleza le ha puesto en ese lugar
pero, de haber sido puesto en el lugar del oficial, es posible que su actitud
fuese igual de vil e injusta.
Una vez el
oficial ha muerto, el explorador se dirige a ver la lápida del antiguo
comandante donde lee “Una profecía dice que
después de determinado número de años el comandante resurgirá, desde esta casa
conducirá a sus partidarios a reconquistar la colonia. ¡Creed y esperad!” Cuando
el explorador finalmente se marcha de la colonia impide que el soldado y el
condenado escapen de allí con él. Con todo esto se puede hacer alusión a que la
sociedad está “condenada” a que este tipo de figuras poderosas que ejercen
poder sobre el resto de individuos siempre existirán, y aunque una de ellas
desaparezca, otra vendrá antes o después a ejercer el poder que esta ejercía o
uno superior y con ella vendrán también sus consiguientes seguidores.