miércoles, 19 de marzo de 2014

"East Coker" de los cuatro cuartetos. T.S Eliot



East Coker forma parte del grupo de poemas que se incluyen en la obra de T.S. Eliot “Cuatro cuartetos” cuyo reconocimiento le valió el Premio Nobel. Los cuatro cuartetos de los que se compone la obra presentan títulos que tienen especial importancia por una u otra razón en la vida del autor. En el caso de East Coker hace referencia al lugar de Inglaterra de origen de sus antepasados antes de emigrar a América y además, expresaría más tarde su deseo de ser enterrado en este lugar.
Cada uno de los poemas puede ser individualizado en cuando a temática y forma, sin embargo todos ellos se engloban dentro de un concepto que da pie a la reflexión de T.S. Eliot. De este modo si se puede considerar un concepto o hilo común alrededor del cual giran los poemas, sería la temporalidad, el paso del tiempo y su fugacidad y en cierto modo también su banalidad. Estos cuatro cuartetos presentan un simbolismo central respectivamente, y éste es el de los cuatro elementos: Burnt Norton, que hace referencia a una casa de campo, sería la representación del aire, donde la reflexión acerca del tiempo de la que hablábamos se presenta de la forma más clara; East Coker, el lugar de procedencia de los antepasados de Eliot ya mencionados, de la tierra; Dry Savages, el nombre de un grupo de islas, se ocupa del agua y por último Little Gidding, un pueblo de Inglaterra, se ocuparía del elemento del fuego. Este último elemento tiene además especial importancia en la teoría de Heráclito donde el fuego es el arjé, el principio de todo lo existente. T.S Eliot cita al filósofo de manera que dos sentencias encabezan los poemas:

“Aunque la razón sea la misma para todos los hombres, cada uno vive como si tuviera una sabiduría propia”

“El camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo”

Aquí Eliot deja ver una muestra de su voluntad de meditación a través de les citas de Heráclito que transmiten de alguna manera un anhelo por encontrar una relación entre lo individual y lo colectivo y un punto de unión entre el camino que va y el que viene, de manera que ambos convergen en un punto dejando entrever esa alteración o reversibilidad del tiempo.

En cuanto a la estructura de las piezas, presentan todas y cada una de ellas una división en cinco partes en cada una de las cuales establece un texto homogéneo con respecto a las demás partes, pero individual en cuanto a que reflexiona acerca de diferentes subtemas que van surgiendo acerca de esta meditación sobre la temporalidad.
Sobre estas divisiones, hay que decir antes que T.S Eliot ponía especial atención en el tema de la musicalidad de la poesía como ya aclaró en La música de la poesía: “Mi propósito aquí es el de insistir en que un “poema musical” es un poema que tiene una forma, un molde musical de sonido una forma musical de los significados secundarios de las palabras que componen el poema (…) Existen posibilidades para el verso que tienen cierta analogía con el desarrollo de un tema a través de grupos diferentes de instrumentos”. Así, lo que Eliot intenta no es solo crear una musicalidad mediante la apariencia externa de las palabras, sino también mediante sus contenidos y las relaciones entre unos y otros.

East Coker, al igual que los otros tres poemas, no tiene un orden cronológico ni un argumento propiamente dicho sino que se compone de una meditación del autor en forma de poesía, no filosofía. Eliot utiliza el verso libre teniendo en cuenta su teoría de la musicalidad y conforma el poema con diversos recursos, como paralelismos,

Y lo que sabes es lo que no sabes
Y lo que posees es lo único que no posees

contraposición de ideas,

Así la oscuridad será luz, y la inmovilidad el baile

o anáforas, entre muchas otras

y un tiempo para vivir y para engendrar
y un tiempo para que el viento rompa el cristal despren­dido
y agite las tablas del suelo donde trota el ratón de campo
y agite el tapiz hecho jirones con un lema silencioso.

que dotan a la composición de un gran dinamismo y ritmo sin necesidad de recurrir a la rima y métrica clásicas.
En East Coker que sería la representación del elemento “tierra” se alude al igual que en el resto de cuartetos al tiempo y su inevitable paso. Pero más concretamente se centra en el poder cíclico del tiempo que rige la vida. Todo lo que nace de la tierra, al final acaba volviendo a ella, para dar vida a otra cosa nueva y así sucesivamente. Esta idea que se mantiene a lo largo del poema ya viene implícita en el nombre de éste “East Coker” o más bien en lo que significa. Como ya se ha mencionado pertenece al nombre de la tierra de origen de sus antepasados, en concreto uno, de la que acabó alejándose y ahora, él mismo, una nueva generación, regresa de nuevo a esta tierra como un eterno movimiento circular. El poema comienza y acaba de este modo asentando las bases de esta idea:

En mi comienzo está mi fin.
En mi fin está mi comienzo.

La frase recogida de Mary of Scots “In my end is my beginning” que hacía referencia a la herencia del trono por parte de la generación posterior, perpetuando la presencia de la sangre, es transformada por el autor “In my beginning is my end”. Así comienza la parte I. Lo que nos intenta decir de alguna manera, es que desde el nacimiento está destinado a morir, es decir, que el principio lleva implícito el final. Surge de la tierra y acaba volviendo a ella. Así mismo, cerrando el poema con la frase en el orden original repite la idea de Queen Mary. Una vez que deje de existir, otros vendrán para perpetuar la existencia. Esto puede verse también a través de los siguientes versos en los que se sirve del desarrollo de la edificación para representar que las ruinas y pedazos del tiempo pasado sirven para construir un nuevo presente, de forma continua, sin fin.

se levantan y caen casas, se desmoronan, se extienden,
se las retira, se las destruye, se las restaura, o en su lugar
hay un campo abierto, o una fábrica, o una circunvala­ción.
Vieja piedra para edificio nuevo, vieja madera para ho­gueras nuevas

A lo largo de esta I parte el yo poético ve pasar el tiempo fugazmente mientras observa la caída de la luz y cómo se le escapa de las manos. Habla del hombre y la mujer y de su paso por la tierra. La danza de la que Eliot habla es movimiento, y este movimiento se asemeja al de las vidas humanas y al pasar del tiempo que hace mella en sus vidas y del que son presos así como del ciclo vital ya mencionado.

verles bailar en torno a la hoguera
la unión de hombre y mujer


“júbilo de aquellos ya hace mucho bajo la tierra alimentando el trigo” Reafirma esa idea del ciclo vital en la que los hombres acaban por convertirse parte del suelo, de la tierra de la que provienen, cerrando el ciclo y dejando paso al nuevo comienzo. Al igual que él, para todos los hombres, en su comienzo está su fin. Están destinados a morir desde que nacieron, a acabar donde empezaron. Eliot habla de lo rústico, del campo, de la tierra, todo lo proveniente de ella, remarcando en todo momento esa pertenencia del hombre a este elemento.

La parte II comienza con las estaciones como protagonistas, siendo uno de los principales indicadores del transcurso de la vida. De algún modo parece que el verano y la primavera hacen referencia a las etapas iniciales de viveza. Hombre y mujer se juntan y se reproducen. Es el comienzo. Además la primavera ha llegado en noviembre y la nieve se adelanta. El ciclo de las estaciones se ve alterado y llega entonces una etapa de caos y desorden que lleva al fuego destructor que acabará con todo.

Qué hace el fin de noviembre
con el trastorno de la primavera
y las criaturas del calor del verano
(…) rosas tardías llenas de nieve temprana
(…) arremolinados en un vórtice que llevará
el mundo a ese fuego destructor

En mitad de la segunda parte además hace una especie de inciso y comienza a hablar de la propia poesía. La poesía le parece insuficiente e insatisfactoria para esta reflexión. Desestima además el poder de la sabiduría y su presencia en la vejez, está desengañado pues todo lo que conocemos va cambiando así como lo que enfrentamos. Dice que esta última es todo lo contrario, una etapa de confusión “La serenidad, sólo un deliberado atontamiento, la sabiduría, solo el conocimiento de secretos muertos”.
 Hay que mencionar en este momento el estilo del yo poético. Parece que hay diferentes yo que se dirigen a diferentes personas. Hay uno que parece que habla consigo mismo en varias ocasiones, aconsejándose, lamentándose o bien reflexionando “La aurora apunta, y otro día se prepara para el calor y el silencio. Mar adentro el viento de la aurora se arruga y resbala. Estoy aquí o allí, o en otro lugar. En mi comienzo”, Así que aquí estoy, por el camino de en medio, habiendo pasado veinte años”. Observamos también cómo se dirige directamente a alguien, el lector o cualquier persona perteneciente al mundo: “Dices que repito algo que he dicho antes”. Hay una especie de diálogo entre autor y lector. Otra de las cuestiones fundamentales en cuanto a quién se dirige el yo poético es el uso del vosotros sin embargo, lo que predomina y dota de mayor fuerza al texto es el uso del nosotros con una inclusión de sí mismo. Este nosotros hace al lector y a todo ser humano partícipe del texto, surge esa idea de la colectividad, aumentando el grado de implicación. Y no sólo del texto en sí, sino del contenido, del mensaje: El paso del tiempo es ineludible para todos nosotros.


En la sección III comienza hablando de la muerte. Ya no hay danzas terrenales, ni atardeceres, ni estaciones. Ahora todo es oscuridad y tinieblas. Esta oscuridad se ve por ejemplo en:

“como en un teatro se apagan las luces para cambiar de decorado“cuando un metro, en un túnel, se detiene demasiado” “cuando, bajo la anestesia”

Puede ser una referencia al misticismo en la que este letargo de oscuridad y reflexión “Dije a mi alma, calla, y deja que venga sobre ti la tiniebla, que será la tiniebla de Dios” lleva a un acercamiento a esta vida eterna, al reencuentro con Dios. La relación de T.S. Eliot con la religión y el misticismo se encuentra explícita a lo largo de su obra y a partir de este momento se hacen diversas alusiones a ambos temas, con un tono marcado por la tradición mística “Dije a mi alma, calla, y deja que venga sobre ti la ti­niebla que será la tiniebla de Dios”.

“así la oscuridad será la luz, y la inmovilidad el baile”

En este último fragmento la oscuridad entendida como muerte se convierte en algo positivo, y la inmovilidad (se presupone la inmovilidad del tiempo) y la muerte se convierten en baile, como la danza del comienzo que significa movimiento, paso de tiempo. Nos habla de llegar a través de esta mística al encuentro con Dios, a lo eterno.

Y comienza así la penúltima parte, la IV, donde Eliot imagina la Tierra como un hospital donde hay un cirujano herido y una enfermera agonizante cuyo propósito es recordar nuestra maldición y la de Adán. Así pues, Dios sería el cirujano que cura nuestra alma y al final nos es ofrecida una redención. Una redención porque al final y a pesar de todo, la muerte es bien recibida al final de la vida, esa maldición de Adán a la que Eliot hace alusión. Al final, acaba hablando del viernes santo donde se conmemora la muerte de Jesucristo, esta vez como algo positivo. En esta sección es especialmente notable la presencia de las creencias religiosas en la vida del autor y en su obra poética.


Llegamos así al final de la obra con la sección V donde vuelve a lamentarse del tiempo malgastado intentando describir con palabras cualquier expresión de sentimiento o idea, siendo para él la poesía o el intento de ésta un acto no satisfactorio como ya decía más atrás.­­­­­

veinte años casi desperdiciados, los años de l’entre deux guerres;
tratando de aprender a usar palabras

Así Eliot cierra el poema haciendo referencia al hincapié del poeta por encontrar la palabra en su poesía, que puede asemejarse por el intento del hombre por encontrar el sentido en el tiempo del que se compone la vida y las “viejas piedras que no se pueden descifrar” que pueden significar esos momentos de la historia de los que el hombre es incapaz de obtener un significado claro.

En definitiva, East Coker forma parte de una larga reflexión acerca de la temporalidad en los diferentes sentidos de la vida y en concreto acerca de esa tendencia circular, cíclica de la vida terrenal, de volver a lo que uno pertenece, con un texto repleto de relaciones simbólicas y semánticas así como  unas ricas imágenes mentales, en las que vemos la tierra que da vida a hombre y el cual acaba devolviéndosela con sus restos mortales.

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