LITERATURA NORTEAMERICANA DE LOS AÑOS 20: La
generación perdida y el Renacimiento de Harlem.
(Resumen y selección de los temas a partir de
los datos proporcionados en aula global, las clases magistrales y otras fuentes)
Los comienzos de
los años XX en Estados Unidos constituyeron una época de optimismo y
desenfreno. Durante los años precedentes se había experimentado un gran crecimiento
industrial y la agricultura y el mercado aumentaron considerablemente. Estos
años se caracterizaban por un consumismo feroz, se producía en masa y se
consumía en masa, el sueño americano se veía cumplido. Este optimismo sin
embargo, se vio sorprendido por los efectos devastadores de la Gran Depresión.
El 29 de octubre de 1929, el “Martes negro” la bolsa sufrió una caída que
condujo al desastre. El desempleo aumentó hasta en un 25% y sectores como el de
la construcción se vieron gravemente afectados, no siendo hasta finales de los
años 30 aproximadamente cuando comenzó a verse una recuperación.
No obstante, incluso
durante los años de la Gran Depresión,
los americanos producían y consumían más bienes, incluyendo productos
manufacturados, que cualquier otro pueblo del mundo. El ideal del
individualista rudo y autosuficiente de la tradición de la frontera americana
sucumbió ante el ideal del empleado
leal. Gradualmente, la propia producción
masiva llegó a ser uno de los principales incentivos de la capacidad de
invención americana. Las ansiedades sobre el anonimato de la vida industrial
urbana se intensificaron por la presencia del trabajador sin rostro de la cadena de producción. Pronto los
trabajadores se hicieron tan intercambiables como las partes que ensamblaban.
Así pues, ante
este panorama, muchos autores comenzaron a plasmar su desilusión en la
literatura originándose un nuevo movimiento literario conocido como “La generación perdida”. Algunos quedaron tan
desilusionados por el materialismo imperante en la cultura americana en los
años que siguieron a la Primera Guerra Mundial que se fueron a Europa: Ezra
Pound, T. S. Eliot, E. E. Cummings, F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway o
Gertrude Stein. Una de las principales revistas del período, The Seven Arts,
presentó a muchas de las nuevas voces literarias: Sherwood Anderson, John Dos
Passos, Robert Frost, Emy Lowell, etc. Otra revista fundamental sería The
Dial, en la que publicaron T. S. Eliot, Marianne Moore, Thomas Mann, W.B.
Yeats o Jules Romains. La Generación perdida muestra en muchas de sus obras lo
efectos de la Gran depresión como bien podemos ver en Las uvas de la ira de Steinbeck o El gran Gatsby de F. Scott
Fitzgerald.
Hay que destacar por un momento
que en 1920, 7 de cada 10 hogares en los Estados Unidos tenían electricidad, lo
que suponía una extraordinaria modificación de los hábitos, incluidos los de la
lectura, gracias al mayor tiempo de luz y a la posibilidad de disponer de mayor
tiempo de ocio: lavadora, cocina, nevera, plancha, aspirador, etc. Pero
sobretodo supuso un cambio para las mujeres,
que entraron a formar parte de la fuerza
urbana laboral en número considerable durante las primeras cuatro décadas
del siglo XX. La ciudad era la frontera para las mujeres americanas y la oficina
fue lo que les dio la independencia
económica y la oportunidad de seguir su propio camino.
Sin embargo, las mujeres pronto
se vieron tan confinadas a la máquina de escribir como los hombres lo habían
estado al arado.
Dentro del propio país se
producirá una emigración que provocará la concentración en ciertas ciudades
como Chicago. Tiene lugar la marcha de blancos del capo, tradicionales y otro
tipo de emigración, la de la población
negra del sur. Los negros americanos salían incluso peor parados en los medios
de comunicación populares que las mujeres, quedando relegados a funciones
serviles de criados. La segregación les obligó en su mayoría a vivir en
suburbios y trabajar en tareas serviles y mal pagadas -porteros, limpiabotas,
lavaplatos-. Estas circunstancias se evocan en la obra de numerosos escritores
negros, como Richard Whright (Hijo nativo, 1940; Muchacho negro,
1945) o en la poesía de Langston Hughes.
Mientras la población blanca abandonaba Harlem, miles de negros se instalaban,
trayendo consigo una rica tradición cultural que se expresó en formas musicales
como el Jazz pero también en la poesía y la prosa del Renacimiento de Harlem
Indagación
en los movimientos literarios: La
generación perdida y El renacimiento
de Harlem.
En estos años habían publicado
una parte importante de su obra escritores como Robert Frost, Wallace Stevens,
Sherwood Anderson, T.S. Eliot, Eugene O’Neill, etc. Es evidente la frustración
que produjo la 1ª Guerra Mundial, como se aprecia en la obra de los más jóvenes:
E. Hemingway, Dos Passos, Faulkner, entre otros. Los veteranos de la guerra,
todos los tristes jóvenes, podrían mostrarse de acuerdo con la sombría
descripción que hace Eliot del mundo contemporáneo en La tierra baldía
(1922). Son llamativos los casos de corrupción que aparecen en novelas como El
gran Gatsby (1925) o Petróleo (1927). La emigración a Francia en los
primeros años 20 tenía poco en común con las búsquedas alunadas de los
peregrinos literarios del siglo XIX, para ellos, América era siempre la patria,
un lugar de posibilidades.
La generación posterior a autores
como Harriet Beecher Stowe, Mark Twain o Emily Dickinson procedería en gran
parte del medio Oeste, como G. Stein, E.
Hemingway, T.S. Eliot, Sinclair Lewis, Scott Fitzgerald, S. Anderson, etc.
Inicialmente, todos ellos fueron escritores especialmente preocupados por la
tierra. Quizás podrían destacarse novelas y relatos como los de Sherwood
Anderson y E. Hemingway -Winesburg, Ohio (1919); En nuestro tiempo
(1925).
En cuanto al Sur, destacaría la
presencia de W. Faulkner, en cierto modo sucesor de E. A. Poe, quien había
prefigurado la ruina del sur en “la caída de la casa Usher”. Entre sus títulos
fundamentales, habría que citar El ruido y la furia o Mientras
agonizo.
LITERATURA AFRO-AMERICANA: El Renacimiento
de Harlem
El
Renacimiento de Harlem, bautizado originalmente como
Nuevo Movimiento Negro, consistió en un florecimiento de la literatura y el
arte afroamericanos en el barrio neoyorquino de Harlem allá por los años veinte
y principios de los treinta del siglo XX. Las bases de este renacimiento las
pusieron los millones de negros sureños recién liberados de la esclavitud y que
sufrieron también la dureza de la reconstrucción de principios del XIX. Gran
parte de los cimientos del Renacimiento de Harlem la puso el historiador y sociólogo
afroamericano W. E. B. DuBois,
famoso por su tratado sociológico The soul of black folk (1903) y por el
papel que desempeñó en la creación de la NAACP (National Association for the
Advancement of Colored People. DuBois impuso un nuevo tipo de conciencia
cultural y orgullo negros, inspirando a una generación de jóvenes escritores y
artistas para que generaran una voz
propia afroamericana.
El Renacimiento de Harlem tuvo
un esplendor particularmente notable en términos poéticos. Langston
Hughes, incorporó a sus obras los ritmos del entonces nuevo y
floreciente género musical, el jazz.
Esos vínculos entre música y literatura resultaban inextricables en este
movimiento: grandes figuras de ambos campos
se inspiraron mutuamente a lo largo de su vida artística. En los años
treinta, el Renacimiento de Harlem fue apagándose al golpear con especial
dureza la Gran Depresión a la comunidad negra de Nueva York.
Es
decir, hasta este alzamiento de las figuras artísticas afroamericanas, la figura
del negro se veía trasladada a una despreciación (véase tarzán, 1914). En todo
caso, lo importante es que la figura del negro era algo que venía dado desde la
perspectiva del hombre blanco. A partir de entonces, la población negra reivindicaría
su propia historia, contada por ellos mismos.
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