jueves, 13 de marzo de 2014

LITERATURA NORTEAMERICANA DE LOS AÑOS 20

LITERATURA NORTEAMERICANA DE LOS AÑOS 20: La generación perdida y el Renacimiento de Harlem.

(Resumen y selección de los temas a partir de los datos proporcionados en aula global, las clases magistrales y otras fuentes)

Los comienzos de los años XX en Estados Unidos constituyeron una época de optimismo y desenfreno. Durante los años precedentes se había experimentado un gran crecimiento industrial y la agricultura y el mercado aumentaron considerablemente. Estos años se caracterizaban por un consumismo feroz, se producía en masa y se consumía en masa, el sueño americano se veía cumplido. Este optimismo sin embargo, se vio sorprendido por los efectos devastadores de la Gran Depresión. El 29 de octubre de 1929, el “Martes negro” la bolsa sufrió una caída que condujo al desastre. El desempleo aumentó hasta en un 25% y sectores como el de la construcción se vieron gravemente afectados, no siendo hasta finales de los años 30 aproximadamente cuando comenzó a verse una recuperación.

No obstante, incluso durante los años de la Gran Depresión, los americanos producían y consumían más bienes, incluyendo productos manufacturados, que cualquier otro pueblo del mundo. El ideal del individualista rudo y autosuficiente de la tradición de la frontera americana sucumbió ante el ideal del empleado leal. Gradualmente, la propia producción masiva llegó a ser uno de los principales incentivos de la capacidad de invención americana. Las ansiedades sobre el anonimato de la vida industrial urbana se intensificaron por la presencia del trabajador sin rostro de la cadena de producción. Pronto los trabajadores se hicieron tan intercambiables como las partes que ensamblaban.

Así pues, ante este panorama, muchos autores comenzaron a plasmar su desilusión en la literatura originándose un nuevo movimiento literario conocido como “La generación perdida”. Algunos quedaron tan desilusionados por el materialismo imperante en la cultura americana en los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial que se fueron a Europa: Ezra Pound, T. S. Eliot, E. E. Cummings, F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway o Gertrude Stein. Una de las principales revistas del período, The Seven Arts, presentó a muchas de las nuevas voces literarias: Sherwood Anderson, John Dos Passos, Robert Frost, Emy Lowell, etc. Otra revista fundamental sería The Dial, en la que publicaron T. S. Eliot, Marianne Moore, Thomas Mann, W.B. Yeats o Jules Romains. La Generación perdida muestra en muchas de sus obras lo efectos de la Gran depresión como bien podemos ver en Las uvas de la ira de Steinbeck o El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald.

Hay que destacar por un momento que en 1920, 7 de cada 10 hogares en los Estados Unidos tenían electricidad, lo que suponía una extraordinaria modificación de los hábitos, incluidos los de la lectura, gracias al mayor tiempo de luz y a la posibilidad de disponer de mayor tiempo de ocio: lavadora, cocina, nevera, plancha, aspirador, etc. Pero sobretodo supuso un cambio para las mujeres, que entraron a formar parte de la fuerza urbana laboral en número considerable durante las primeras cuatro décadas del siglo XX. La ciudad era la frontera para las mujeres americanas y la oficina fue lo que les dio la independencia económica y la oportunidad de seguir su propio camino.
Sin embargo, las mujeres pronto se vieron tan confinadas a la máquina de escribir como los hombres lo habían estado al arado.

Dentro del propio país se producirá una emigración que provocará la concentración en ciertas ciudades como Chicago. Tiene lugar la marcha de blancos del capo, tradicionales y otro tipo de emigración, la de la población negra del sur. Los negros americanos salían incluso peor parados en los medios de comunicación populares que las mujeres, quedando relegados a funciones serviles de criados. La segregación les obligó en su mayoría a vivir en suburbios y trabajar en tareas serviles y mal pagadas -porteros, limpiabotas, lavaplatos-. Estas circunstancias se evocan en la obra de numerosos escritores negros, como Richard Whright (Hijo nativo, 1940; Muchacho negro, 1945) o en la poesía de Langston Hughes. Mientras la población blanca abandonaba Harlem, miles de negros se instalaban, trayendo consigo una rica tradición cultural que se expresó en formas musicales como el Jazz pero también en la poesía y la prosa del Renacimiento de Harlem

Indagación en los movimientos literarios: La generación perdida y El renacimiento de Harlem.

En estos años habían publicado una parte importante de su obra escritores como Robert Frost, Wallace Stevens, Sherwood Anderson, T.S. Eliot, Eugene O’Neill, etc. Es evidente la frustración que produjo la 1ª Guerra Mundial, como se aprecia en la obra de los más jóvenes: E. Hemingway, Dos Passos, Faulkner, entre otros. Los veteranos de la guerra, todos los tristes jóvenes, podrían mostrarse de acuerdo con la sombría descripción que hace Eliot del mundo contemporáneo en La tierra baldía (1922). Son llamativos los casos de corrupción que aparecen en novelas como El gran Gatsby (1925) o Petróleo (1927). La emigración a Francia en los primeros años 20 tenía poco en común con las búsquedas alunadas de los peregrinos literarios del siglo XIX, para ellos, América era siempre la patria, un lugar de posibilidades.


La generación posterior a autores como Harriet Beecher Stowe, Mark Twain o Emily Dickinson procedería en gran parte del medio Oeste, como G. Stein, E. Hemingway, T.S. Eliot, Sinclair Lewis, Scott Fitzgerald, S. Anderson, etc. Inicialmente, todos ellos fueron escritores especialmente preocupados por la tierra. Quizás podrían destacarse novelas y relatos como los de Sherwood Anderson y E. Hemingway -Winesburg, Ohio (1919); En nuestro tiempo (1925).
En cuanto al Sur, destacaría la presencia de W. Faulkner, en cierto modo sucesor de E. A. Poe, quien había prefigurado la ruina del sur en “la caída de la casa Usher”. Entre sus títulos fundamentales, habría que citar El ruido y la furia o Mientras agonizo.


LITERATURA AFRO-AMERICANA: El Renacimiento de Harlem

El Renacimiento de Harlem, bautizado originalmente como Nuevo Movimiento Negro, consistió en un florecimiento de la literatura y el arte afroamericanos en el barrio neoyorquino de Harlem allá por los años veinte y principios de los treinta del siglo XX. Las bases de este renacimiento las pusieron los millones de negros sureños recién liberados de la esclavitud y que sufrieron también la dureza de la reconstrucción de principios del XIX. Gran parte de los cimientos del Renacimiento de Harlem la puso el historiador y sociólogo afroamericano W. E. B. DuBois, famoso por su tratado sociológico The soul of black folk (1903) y por el papel que desempeñó en la creación de la NAACP (National Association for the Advancement of Colored People. DuBois impuso un nuevo tipo de conciencia cultural y orgullo negros, inspirando a una generación de jóvenes escritores y artistas para que generaran una voz propia afroamericana.
El Renacimiento de Harlem tuvo un esplendor particularmente notable en términos poéticos. Langston Hughes, incorporó a sus obras los ritmos del entonces nuevo y floreciente género musical, el jazz. Esos vínculos entre música y literatura resultaban inextricables en este movimiento: grandes figuras de ambos campos se inspiraron mutuamente a lo largo de su vida artística. En los años treinta, el Renacimiento de Harlem fue apagándose al golpear con especial dureza la Gran Depresión a la comunidad negra de Nueva York.
Es decir, hasta este alzamiento de las figuras artísticas afroamericanas, la figura del negro se veía trasladada a una despreciación (véase tarzán, 1914). En todo caso, lo importante es que la figura del negro era algo que venía dado desde la perspectiva del hombre blanco. A partir de entonces, la población negra reivindicaría su propia historia, contada por ellos mismos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario