lunes, 5 de mayo de 2014

"Corazón tan blanco" de Javier Marías


“Corazón tan blanco” ha sido considerada una de las 5 novelas mejores escritas en la Europa de los últimos 30 años. El estilo de Javier Marías se caracteriza sobre todo por mucho diálogo interior y fluido de pensamiento. Además es un autor culto que en sus novelas incluye muchas referencias culturales, sobre todo de la literatura, del cine y del arte. Otros rasgos típicos de la novelística de Javier Marías son las muchas digresiones de pensamientos profundos que se aprecian en gran medida en esta novela.

El argumento de la novela sin entrar en otras consideraciones por el momento, narra la vida en primera persona con una focalización interna de un traductor Madrileño: Juan, que aún se está haciendo a la idea del matrimonio con la que es su Mujer, Luisa a la que conoció ejerciendo el oficio de traductor en un encuentro político. Una de las figuras más importantes en el relato es la del padre del protagonista, Ranz. Es un hombre desahogado económicamente (al igual que su hijo) y culto, pero con algunos secretos que envuelven su vida, como el de la muerte de su segunda mujer, Teresa, años antes que de Juan naciera, y cuyas razones son desconocidas para el protagonista y para el lector.

Antes de nada, hay que situar a la obra dentro del contexto pertinente, y es que la novela presenta muchas de las características de la posmodernidad. Uno de los elementos más destacados es el de la autofiguración, una tendencia que surge a partir de los años 70 y en la que la voz del narrador tiene una voz marcadamente ficcional pero contiene también algunos perfiles que podríamos considerar biográficos. Es decir, hay una aproximación identitaria muy estrecha entre personaje y autor, y esta es una relación no resuelta pues nunca llegamos a saber en qué momentos nos encontramos con detalles biográficos y en qué momentos son tan sólo ficción.
Se da el fin de los grandes relatos, y ante estos se proponen microrelatos. Lo que predomina sobre otras cosas es la presencia del “yo”, donde el artista deja de sentirse representante de una colectividad y expresa sus pensamientos sin consecuencias posteriores. Es por tanto esta ruptura entre los lazos de lo colectivo y lo individual otra de las características principales de este posmodernismo.

En cuanto al análisis de la obra suponen de gran importancia las características de los diferentes personajes (sobretodo el del protagonista y la actitud que presenta frente a su situación) y sobretodo las relaciones establecidas entre todos y cada uno de ellos.
Juan, trabaja como traductor e intérprete. Esto significa que tiene el poder de hacer llegar una verdad que se transporta de una entidad a otra. Juan o es un hombre con cierto poder y es consciente de ello. En una de las escenas que nos llegan a través de un recuerdo del momento en el que Luisa y él se conocieron, ambos se encuentran como traductores en una conversación entre políticos. Lo que tiene lugar en ese momento es una manipulación de las palabras y el sentido por parte del protagonista, de manera que no sólo se inventa lo que ambos políticos se están diciendo sino que omite muchas otras cosas con el fin de encubrir su propia manipulación. Además de esa manipulación, se hace presente también aquí un ápice de la actitud del narrador que contiene cierto cinismo, cierto sentido de la superioridad, con respecto a su país, a los políticos…El éxito económico del que goza y el soporte cultural son dos de sus características importantes.
El otro personaje de importancia en la historia es Ranz, el padre. Éste también goza desde siempre de una posición económica acomodada, proveniente entre otras cosas de sus ingresos obtenidos a base de engaños y del estraperlo. Se marca aquí la importancia de la palabra, al igual que en la profesión del protagonista. Los ingresos extra que proporcionan a Ranz una vida cercana al lujo provienen de negocios turbulentos en los que el éxito proviene única y exclusivamente de la confianza de los hombres en su palabra. Si Ranz decía que un cuadro valía tal cantidad, nadie solía dudar de él. Ranz es además un hombre con grandes conocimientos culturales y el secreto que guarda atraviesa toda la novela. La muerte de Teresa, la tía del protagonista, se produjo cuando ésta se enteró de que Ranz había asesinado a su primera esposa de modo de Teresa y él pudiesen estar juntos sin complicaciones. Esto marcará, no sólo la actitud de Ranz a lo largo de toda su vida sino también nos dejará ver la del protagonista.

Surge así el tema de los secretos, las manipulaciones y las omisiones. La novela comienza con la voz de Juan anunciando su conocimiento sobre algo que no quiso saber y sin embargo supo “no he querido saber, y sin embargo he sabido…” Esto da muestra del comportamiento que presenta a lo largo de la novela con respecto a este asunto. Además de aquí, en su relación matrimonial con Luisa éste presenta también una actitud inmadura, cierto infantilismo. Muchas de las digresiones que se presentan en el pensamiento de la voz narrativa nacen como resultado de una reflexión de la vida de casado, del futuro abstracto que teme que haya desaparecido para siempre. El protagonista tiene miedo de la idea del matrimonio perpetuo, de perder su soledad consentida y su independencia, de pasar de tener una vida propia y disfrutarla con otros, a tener una vida compartida, en este caso con Luisa. En el momento del viaje de novios tiene lugar el acontecimiento en el que es confundido con otra persona por una mujer cubana. Cuando esta mujer se encuentra en el apartamento del al lado y comienza a oír las discusiones con otro hombre en las que hablan acerca de una segunda mujer, el protagonista se encuentra atendiendo al diálogo atentamente mientras Luisa se encuentra enferma. Juan da por hecho que Luisa no está escuchando nada y decide guardar este acontecimiento para él mismo. Cuando viaja a Nueva York por motivos de negocios y se hospeda en casa de Berta, las anécdotas que tienen lugar en todas esas semanas también las conserva para sí mismo sin compartirlas con Luisa. Todos estos secretos significan pues como decíamos, uno de los motivos que nos hacen pensar en ese infantilismo del protagonista. Lo que busca aquí no es tanto ocultar información a su mujer, sino intentar conservar ese pequeño espacio que aún le queda para sí. Le gusta y necesita pensar que, en esa vida compartida, aún queda espacio para la soledad y para sí mismo.

Una de las interpretaciones en torno a esta obra, tiene como centro un sentido político. Lo que le sucede a Juan durante toda la novela, es que va a intentar no saber ese secreto de su padre que al final sí acaba sabiendo. No quiere saber pero al mismo tiempo presenta curiosidad por el asunto, y finalmente acaba descubriendo que su vida sosegada y desahogada, ha sido construida a base de una acumulación de engaños (como los negocios de Ranz) y de actos reprochables y avergonzantes (el asesinato). El protagonista sabe en cierto modo que todo aquello de lo que goza y disfruta es el resultado del sufrimiento y el pesar de otros. Es precisamente en este secreto donde se halla la dimensión política. La novela se publica en 1992, cuando se produce la EXPO y las olimpiadas entre otros acontecimientos. En esta época hay una imagen de España del éxito, de la reconciliación, pero veinte años después nos damos cuenta de que no ha sido así, debido a la corrupción, la situación de los nacionalismos… La novela de lo que habla es de cómo la transición se construyó a través de un pacto de silencio. El éxito de 1992, es un éxito construido a través de ese pacto de silencio que tiende a aflorar nuevamente. El bienestar de unos se ha construido como decíamos sobre el malestar de otros, así que frente a ese mundo idílico que se plantea, la obra muestra la realidad y un país fracturado.

Volviendo al tema de los secretos, es destacable como, no sólo significan el único ápice de libertad y autonomía que tiene Juan, sino también suponen un punto de unión. Podemos decir que gracias a estos secretos han podido establecerse relaciones y hechos fructíferos que han conseguido consolidar y estabilizar muchos de los aspectos de la vida de la personas. Un ejemplo de ello es el momento ya mencionado en el que conoce a Luisa mientras ejercen de traductores. El estrechamiento de los lazos aquí se produce gracias a que dos personas compartían un mismo secreto. El protagonista estaba manipulando la conversación traducida a espaldad de los políticos, y Luisa en lugar de llamarle la atención optó por el silencio (otro de los elementos que tan presentes están en la novela). Este pacto, ese acto de compenetración en el silencio, fue precisamente el punto de unión que les llevó a una relación consolidada.
La relación de amistad que él tiene con Berta al llegar a Estados Unidos, se ve también reforzada por el hecho de que comparten el secreto de sus relaciones a través de una agencia de contactos. Cuando Ranz le confiesa finalmente a Luisa el motivo del suicidio de Teresa y por primer vez reconoce el asesinato de su primera mujer, los lazos entre Ranz y su nuera se vuelven más estrechos y familiares, y lo mismo ocurre al final cuando Luisa y Juan comparten de nuevo un compromiso en el que Ranz no sabe que él está enterado de todo lo que no quiso saber y sin embargo supo.

Otra de las lecciones establecidas además de la idea de la construcción de toda una historia a base de secretos, mentiras y complicidades es el hecho de que no podemos desligarnos de nuestras raíces, lo que somos que viene condicionado por lo que hemos sido. Marías propone la culpa, cómo podemos lavar la sangre pero no ese sentimiento de culpabilidad, como sucedía en la obra de Shakespeare. 
Otro de los aspectos llamativos es esa fractura generacional que se establece, ya no sólo en términos familiares sino también sociales, a través de la cual surge la pregunta de cómo puede avanzar una generación si no le es posible desligarse de esas coacciones establecidas por las generaciones precedentes. La narración además posee otro de los aspectos fundamentales de la obra posmoderna y es el hiperrealismo. Este hiperrealismo lo que consigue a fin de cuentas es una distorsión o más bien un desenfoque de la realidad. Estas digresiones tan dilatadas de las que hablábamos, esta narración minuciosamente detallada con demasiada carga de información lo que consigue al final es que lo realmente importante (el asesinato) se difumina, se mezcla con el paisaje.

Por último hay que destacar el hecho, en cuanto a la narratología, de que el “yo” que nos transmite su voz difiere de ese “yo” verdadero y sin coacciones, el grado de espectacularización. El “yo” que nos aporta Juan a través de su voz no plantea esa estructura confesional del yo que si presentan obras como por ejemplo “La casa de la fuerza” en el que sus más íntimos sentimientos y opiniones salen a la luz. Todas esas digresiones y divagaciones que tapan el motivo realmente importante suponen esa construcción del “yo” exterior, que se puede relacionar con la actual sociedad, una sociedad en la red, en la que las personalidades se construyen hacia fuera, pero también plantea una importante pregunta igual que la que efectuó Ranz a Juan al casarse y que pone entre interrogaciones la dirección del porvenir de toda una generación: ¿Y ahora qué?



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