jueves, 8 de mayo de 2014

Del Teatro del Absurdo al teatro posdramático: La casa de la fuerza (Angélica Liddle)


En los años 50 el teatro tiene un marcado carácter existencial (A. Miller, B. Vallejo), político, etc. Hay también toda una generación que se plantea el hecho de cómo abordar la emigración. Paralelamente el comunista insistía en evitar esos movimientos migratorios con el fin de evitar el favorecimiento de la dictadura. Es en estos años cuando se encuentra en pleno desarrollo el teatro del absurdo con autores como Samuel Beckett, E. Ionesco, etc.
Se da en esta época, además de las originales estructuras y tratamientos de la realidad del absurdo, unas obras con estructuras aristotélicas, una clara separación entre los diferentes espacios cuando nos referimos a escena y sala; los espacios de la representación y la contemplación están aquí claramente definidos. Hay una estructuración definida entre actos, escenas y conflictos y un sentido mimético de la representación.
Este teatro dramático es de tipo muy logocéntrico y también muy jerarquizado pues se aprecia claramente qué elementos son los más importantes dentro de la representación, como en el caso de los personajes. Está influido además por un aire surrealista y también existencial. Como decíamos en otra de las entradas, en el teatro absurdo se presentan, no sólo numerosos silencios sino también otros elementos como la repetición (como el ejemplo de Esperando a Godot de Samuel Beckett cuyos personajes tienen ciertos rasgos característicos con Mersault de El extranjero).

Es entonces a partir de la década de los 60 cuando comience a surgir el Teatro Posdramático, teniendo aquí gran importancia la renovación y modificación del anterior teatro dramático. El monólogo cobra gran importancia, nos encontramos ante un tipo de teatro confesional. Esta confesión se convierte así en un acto incómodo, desconcertante puesto que consigue difuminar esa frontera que supone la cuarta pared y convierte al público en testigos que se acaban sintiendo obligados a ser partícipes. Esta confesión, es en cierto modo el acto de un “yo” que traiciona a otro “yo” anterior. Es a través de este monólogo donde ese sujeto da cuenta de sí mismo y se construye a base del texto que emite. Una de las principales características del teatro posdramático es esa difusión de las fronteras, no sólo entre los espacios de la representación y la contemplación, sino también entre los conceptos de realidad y ficción. Este monólogo muy frecuentemente nos hace dudar de si el que nos habla es una persona o un personaje.

Hay otros elementos que también sufren cambios con respecto al anterior teatro. Un ejemplo es la estructura, de manera que se trata de dramaturgias no aristotélicas. Suelen ser fragmentarias, repetitivas, caóticas…suelen funcionar figuras retóricas como la yuxtaposición o la paronomasia.
A diferencia de ese teatro dramático del que hablábamos, aquí no existen jerarquías, es un teatro rizomático. No hay elementos que destaquen exageradamente sobre otros restándoles importancia. En este teatro también a diferencia del anterior donde los conflictos suelen desarrollarse entre los diferentes personajes, aquí se desarrollan entre el individuo y sí mismo. Hay que destacar por tanto la idea que argumentábamos acerca de esa ruptura de la cuarta pared que provoca una conciencia alterada del público que se convierte en partícipe de la acción, se rompe ese teatro a la italiana.

El concepto de obscenidad cobra aquí mucha fuerza. Se provoca esa sensación de incomodidad pues en este teatro posdramático hay una tendencia a mostrar ciertos temas que hasta el momento habían sido excluidos de la representación. Esa relación tensa y fracturada entre lo público y lo privado aquí se difumina y ciertas parcelas que hasta entonces habían sido marginadas a la hora de ser mostradas, ahora son representadas. En ocasiones el personaje se convierte en un parresiastés (parresía=franqueza), en una persona franca que a través de su discurso enuncia algo que puede perjudicar su posición, se dirige a otros mediante franquezas pese a la amenaza de su posición.
Hacer visible los límites de la representación supone la reivindicación de una realidad que escapa igualmente a la posibilidad de ser representada de manera clara, simple o natural. Se trata, por tanto, de una realidad que no puede expresarse ni explicarse sin un grado de confusión, perplejidad o caos, lo que va unido a la imposibilidad de una idea de totalidad, coherencia o sentido lógico que ordene toda la realidad.

El elemento preformativo es muy importante también pues ya no es tan importante la carga temática del discurso o la historia, sino el hecho de estar, de presenciar, ese aquí y ahora, la propia conciencia de la temporalidad. Desarrolla una reflexión radical acerca del hecho y las posibilidades de la representación.


Representación - presentación
Temas/historia – Aquí y ahora
Cuarta pared – fronteras difusas
Teatro a la italiana – Obscenidad/público partícipe
Jerarquización – rizomático
Confrictos entre personajes – Conflicto entre el propio personaje
Estructura aristotélica – no aristotélica/circular/irregular/caótica/repetitiva
Persona – personaje

La casa de la fuerza de Angélica Liddle es un ejemplo de este tipo de teatro posdramático en el que una de sus representaciones teatrales duró aproximadamente 5 horas y en la que este concepto de obscenidad y de incomodidad por parte del espectador, esa desaparición del muro que suponía la cuarta pared deja de existir para confundir además al público a la hora de discernir si lo que está presenciando es una presentación de una historia o una representación, si les está hablando una persona o un personaje. En La casa de la fuerza las fronteras se difuminan con un añadido y es que tiene parte de biográfico.

La obra se estructura en tres partes diferenciadas. La primera parte se presentan tres mujeres sentadas (entre las que se encuentra Angélica) mientras charlan sobre películas, sobre ellas mismas, usan la primera persona y cuentan experiencias propias, muy íntimas. La conversación transcurre de manera fluida y a base de frases cortas. En esta presentación, más que representación ya se haya uno de esos principios básicos del teatro posdramático. En esta escena el tiempo transcurre sin que ningún hecho destacado, ninguna sorpresa o tema inesperado diluya esas divagaciones de las tres mujeres. El concepto de temporalidad es aquí esencial, lo que importa no es tanto el qué o el cómo, es importante que las tres mujeres están ahí, en ese “aquí y ahora”. Una vez más, personaje y persona se confunden.

“La primera semana de 2009 me marché a Venecia. Quería estar sola. Casi siempre quiero estar sola. No me gusta la gente. No me estaban pasando cosas buenas.”
Así comienza la segunda parte de la obra en la que partiendo de ese mismo “yo” en el que la escritura se asemeja a la de un diario. Aquí, Liddle narra una serie de sentimientos negativos nacientes del profundo sufrimiento provocado en muy gran parte por una ruptura amorosa. Poco a poco vemos como esta narración se intercala con una serie de imágenes sacadas de la televisión donde se ve el bombardeo israelí sobre la Franja de Gaza. En este momento, ese dolor íntimo y personal del “yo” que no se cohíbe a la hora de ser expresado impide a la protagonista esa expansión del dolor a un terreno más colectivo, social. 680 palestinos muertos. 3000 heridos. Y a mi me daba igual.”
Hace aparición poco después esa obscenidad, esa intimidad del público corrompida y esa sensación de incomodidad tan característica del teatro posdramático en el que aquel que representa aborda esas parcelas tan tratadas en lo privado pero tabúes a la hora de expresarse en público. En la escena aparece Liddle narrando con toda cantidad de detalles sus encuentros sexuales por Internet sin ningún tipo de filtro o de pudor “Me pedían que me pellizcara los pezones y yo lo hacía. Me pedían que me masturbara y yo lo hacía”.
El concepto del ejercicio de la fuerza como elemento opresor de ese sufrimiento, como alivio aparece con gran presencia también en esta segunda parte, en la que abundan los ejercicios y el cansancio. Lo físico frente al pensamiento, -“frente a la inteligencia”. Ese esfuerzo es el que va aflorando a medida que se va desarrollando este segundo acto con demoras, alargado hasta más no poder. Esto afecta además a otra de las características que veníamos abordando y que es la propia inteligencia del cuerpo del intérprete, ese elemento preformativo se ve muy presente de manera que se abandona esa importancia del modelo logocéntrico, notándose una gran presencia de la presentación en detrimento de la representación. La/los intérprete/intérpretes se ven afectados por lo que sucede.

Las canciones tienen también una gran presencia a lo largo de la obra. Éstas constituyen un modo diferente de abordar los temas. Habla de cómo nos socializamos a través de un discurso que sin darnos cuenta va consolidando las relaciones entre personas.


La tercera y última parte de la obra esta  relacionado con la memoria y lo político, se centra en las sucesivas violaciones y asesinatos de niñas entre 13 y 16 años en México. Aquí, esa conciencia que ha predominado durante las dos primeras partes, ese sufrimiento interno y profundo que obligaba a omitir otros dolores colectivos (como los muertos en Gaza) se transforma ahora en un dolor compartido, pasa finalmente del “yo” al nosotras”.Al final, la protagonista acaba imaginando una raza de hombres debilitados, producto de un incesto interminable en el que los hombres que poblarán el mundo serán hombres debilitados, incapaces de herir. Ataca así a una idea del hombre hoy reinante en la que la mujer sigue siendo vilipendiada, usada y menospreciada.

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